El adulto mayor, ineludiblemente lleva consigo duelos y pérdidas con características particulares y diferentes, ya sean estas familiares, laborales, de vivienda o proyectos, que impactan y provocan desvinculación transitoria. Por tanto podemos deducir que el duelo está referido a una pérdida afectiva importante para un sujeto, donde se movilizan emociones, pensamientos, afectos de mayor o menor significación conforme sea el vínculo con el objeto que se pierde. A nivel cultural, este proceso se experimenta y vive de manera diferente, con ritos y /o creencias que actúan de soporte emocional contenedor del estado de aflicción, sin embargo la percepción intrasujeto es diferente e individual, acompañado por una subjetividad experiencial de vacío.

En estudios al respecto, se han identificado cinco fases en el tránsito del proceso duelo tales como, negación, rabia, negociación, depresión y finalmente aceptación, destacando en cada fase la intensidad subjetiva de la pérdida. Es dado esperar en dichas fases, reacciones físicas con alteraciones alimentarias, disfunciones estomacales, mareos, problemas respiratorios, dolores de cabeza, sistema inmune vulnerable secundario al estrés por el duelo, junto a ello, reacciones intelectuales, tales como la idealización del objeto de duelo, dificultad para racionalizar y comprender los motivos de la muerte, se suelen observar además, reacciones emocionales con irritabilidad, llanto fácil, apatía, aislamiento, indecisiones, ansiedad, depresión, sentimientos de desamparo, asimismo es frecuente la presencia de reacciones sociológicas como los esfuerzos que realizan amigos o la familia para apoyarse en la pérdida, frente a la cual, el adulto mayor no siempre está dispuesto a colaborar para reorganizar su vida.

Se distinguen por tanto, diferentes tipos de duelo, en distintos tiempos de la trayectoria de vida de un sujeto, siendo la aceptación y percepción de la experiencia también diferente, en el adulto mayor por ejemplo, frente a la pérdida de su pareja de toda la vida, la percepción de la misma, incrementa la idea cercana de la propia muerte y sentimientos de soledad. Se destacan aquellas personas que durante su vida establecieron relaciones significativas con predominio de solidaridad y sentimientos amorosos, además de haber cultivado diversas habilidades, intereses, actividades, como poseedoras de mayores herramientas y recursos para enfrentar sus duelos, siendo además para los y las creyentes religiosos, un pilar fundamental es la Fe.

Es así, según lo expuesto que, el recorrido por el ciclo evolutivo (adulto mayor) finaliza con el duelo y la muerte del ser humano, teniendo a bien considerar que, al mantener consciente la presencia de la muerte, ella misma puede dar sentido a la vida. Para concluir, la reflexión del tema será ?El enfrentar la muerte acompañados por alguien que nos oriente, aplaca el miedo y vuelve la existencia más rica y vital?.

Saide Zabra Asada
Psicóloga Clínica
Sucursal Providencia y Terapia Online
Centro de Terapia del Comportamiento

Centro de Terapia del Comportamiento