Este encierro auto impuesto u obligatorio trae algo que siempre reclamamos: tiempo. Ahora lo tenemos, y por esto puede ser también una oportunidad para hacer cambios y hacer las cosas que nunca hicimos por falta de tiempo, por ejemplo terminar un libro, aprender y practicar lo que siempre quisimos, y también la oportunidad de descubrir a quién vive con nosotros y descubrirnos a nosotros mismos. Quizás ahora sí haremos lo que decimos que queremos hacer: dejar de fumar, hacer ejercicio, leer.

Si tenemos poco espacio en casa, será difícil tener un espacio propio, queda solamente compartir el espacio, organizar por tiempos y necesidades. Lo importante es que no tengamos la sensación de que estamos encima del otro, ni que el otro está encima nuestro.

Las tareas del hogar tienen que ser compartidas, y mantengamos las normas del buen trato. Podrá parecer superficial, pero el buen trato, el respeto, dar gracias, saludar, nos mantendrá cercanos y le hará saber que su presencia es apreciada.

Atesoremos la sensación de sentirnos atractivos, oler bien, ser amable, sonreír, esa ropa que usaríamos para limpiar el patio, usarla para esa ocasión, y no para estar a diario en casa. Si nosotros nos abandonamos ¿por qué no debería hacerlo nuestra pareja?

Puede ser que el deseo sexual disminuya. Al principio, si no hay niños, será la oportunidad de vivir un poco de desenfreno, aunque después de un tiempo la pasión irá declinando, si bien ésta puede ser reavivada con juegos de seducción.

En general los juegos nos ponen en contacto con nuestra parte infantil, que aún está ahí, sólo hay que atreverse a dejarla salir, ya sean juegos sociales, de cartas, familiares u otros.

El dormir suficiente, así como el ejercitarnos, bailar, hacer yoga, nos ayudará a mantenernos sanos y de buen humor. El meditar nos dará tranquilidad interior, pues nos desconecta de las preocupaciones y nos lleva al aquí y al ahora.

Hablemos. Quizás tengamos la sensación de que no tenemos nada que contarnos, pero hablar de qué nos pasa interiormente, de nuestros miedos, de nuestros planes o sueños, quizás de alguna idea de qué se podría hacer después de la llegada de la ?nueva normalidad?. Si no hablamos, nos iremos hundiendo cada vez más en nuestros pensamientos, sin que nuestra pareja sepa qué nos pasa, y puede provocar rabia, violencia. Cuidar de no escuchar tantas veces las mismas noticias sobre los problemas que se avecinan, ya los conocemos, hablemos en casa de cómo enfrentar de mejor forma el presente y el futuro.

Todo lo que ayuda para distraernos, para sacarnos de esta situación que es transitoria, pero que ahora vivimos como eterna, será de ayuda. Chatear con amigos, pero no para hundirse más, sino para reír, recibir recetas de cocina, datos de cursos o películas gratuitas, todo ayuda. No podemos hacer nada más que esperar que pase y cuidarnos, no malgastemos nuestras energías en cosas que no podemos cambiar, por tanto nos queda aprovechar/disfrutar, en lo posible, este inesperado tiempo y a la persona que nos acompaña.

Patricia Orellana
Psicóloga

Centro de Terapia del Comportamiento